El arte de plasmar paisajes en el lienzo es un diálogo milenario entre la naturaleza y la creatividad humana. A través del tiempo, los artistas han buscado no solo reproducir lo que ven, sino también transmitir las emociones, la atmósfera y el dinamismo del entorno que los inspira. Este encuentro entre dos mundos –el tangible de la geografía y el intangible de la expresión artística– abre un abanico de posibilidades interpretativas y estilos que, a lo largo de la historia, han enriquecido la pintura y la manera en que percibimos nuestro entorno.